Dr. Hildebrando A. Castellón
enmedio de barba,
en una manifestación política del
Partido Liberal en 1920 o 1921 en
favor de la candidatura a la Pesidencia
de José Esteban González
a quien le fue robado el triunfo por Emiliano Chamorro
y la ocupación yankee, estos últimos por considerarlo
zelayista. Sentado a la izquierda el candidato.
A Propósito de un Caudillo1:
(Copiado de un manuscrito del Dr.
Hildebrando A. Castellón)
Con el
mote de “A mis amigos correligionarios nicaragüenses” y editada en la imprenta
de El Centroamericano de San Salvador donde también se publica el órgano de la
Curia, ha llegado a mis manos una hoja suelta en forma de proclama que trata de
uno de los problemas más serios que pueden presentarse al partido liberal
nicaragüense en su cesantía precisamente en el instante psicológico en
que depende de su buena organización y
disciplina el triunfo definitivo de la magna causa que sustenta.
Tratase en ese documento de demostrar la inconveniencia
para la obra que la agrupación liberal ha emprendido desde hace ya un lustro
relativa a la defensa de su autonomía, de su independencia y de sus libertades
públicas, de que el Dr. Julián Irías desempeñe la jefatura y haga en su nombre
las gestiones y la labor que comanda el más puro patriotismo.
Por la importancia vital del asunto y por ser su autor
uno de los jóvenes que con más ardor y denuedo han defendido y luchado por la
causa liberal, tanto en los campos de batalla como en los de las ideas,
habiendo merecido nuestros aplausos y muestras de simpatías, es esta disquisición sobre el régimen
interior y tácticas políticas, sin
querer por esto establecer controversia ni formar polémica en un asunto cuya
ventilación pública nos restaría fuerza moral y material.
Altamente simpática es para mí la exposición de
principios con que el Señor Moraga acoraza la libertad e independencia de su
criterio, pero las cosas grandes como
son las que atañen a la vida, honor y porvenir de una nación no deben tratarse
ofuscadamente bajo el punto de vista exclusivo que nos obsesiona sino con amplios
horizontes, en perfecta calma y con el auxilio de todos los elementos de
información y certeza con que la cordura exige proceder en las grandes resoluciones
Antes de pasar a un análisis más circunstanciado y
estrecho de esa exposición, permítaseme que recoja esta frase de dicha hoja: “3º
ante el interés de la patria, pospondré los intereses del partido”……..
Para nosotros liberales doctrinarios no puede haber contraposición,
ni choque entre los intereses de la patria y los de la agrupación cuyo programa
difundimos porque al servirla por medio de grandes principios que no amenazan
ni su existencia, ni su libertad, ni su porvenir. El liberalismo se identifica con la patria y
por eso anhelamos la felicidad de esta al amparo de aquel. Todo cuanto sea patriótico debe entenderse
como liberal.
Volviendo a nuestro asunto principal, voy a
referirme a ciertos párrafos en que
nuestro joven correligionario se muestra como el abogado de la sumisión y de la
abdicación ate el poder americano, cuando precisamente el liberalismo rechaza
por derecho ese estado de cosas en que aparecemos como pupilos o colonos del
gobierno de Washington.
Si “la force prime
le droit”, si nuestra divisa debe ser la de aceptar como buenos los hechos
consumados, entonces crucemos los brazos en signo de asentimiento y aceptemos
la intervención americana, el gobierno de imposición que impera en Nicaragua.
Pero si la nación nicaragüense tiene derechos soberanos inalienables e imprescriptibles, si tiene el
derecho a la vida independiente y autónoma, pudiendo darse el Gobierno interior
que más convenga a su modo de ser político y social con amplia libertar para
escoger los hombres que deben regir y administrar su destino, entonces, ¿por
qué buscaríamos el visto bueno oprobioso de un poder extraño para la
consagración de nuestros hombres de Estado? ¿Por qué esa sumisión abyecta?
¿A caso hay algún sólo liberal verdadero que esté reñido
con la civilización con el derecho de gentes o que, al estilo de los Bóxer,
quiera para su patria una muralla china que cierre todas las puertas a la
cultura universal y al comercio mundial?
No, eso no es posible, no es cierto.
La agrupación que dieron en llamar “Zelayismo” y a la que
yo consagré un estudio publicado hace cinco años en Nicaragua, formada de
elementos heterogéneos y de ocasión, ya no existe más que en el vocablo, como
dejó de existir Zelaya en su carácter de
hombre político nicaragüense. El
Gobierno de Washington que gracias a la intriga a la conexión de intereses
personales y a la falta de conocimientos que sobre asuntos de Nicaragua tenía el
Senado y pueblo de los Estados Unidos pudo hostilizar y derrumbar la
administración de Zelaya. No fue porque
este hubiese estado en tratos con el Japón
para el asunto del canal, lo que
ha sido una fábula urdida, ni porque la camarilla de Gobierno sindicada hubiese
tenido sentimientos anti-americanistas, que nunca los tuvo, ni porque hay
fusilado a los aventureros Cannon y Groce, sino porque mal aconsejado por su
codicia lesionó intereses americanos en la Costa Atlántica donde Knox y muchos
otros personajes pudientes eran accionistas, porque hizo un gran empréstito y
estaba a punto de construir un ferrocarril al Atlántico con la ayuda financiera
de Londres, en lugar de los accionistas de Wall Street y porque falto de toda
visión política quiso personalmente
llevar las relaciones Exteriores del gobierno de Nicaragua.
Pues bien, ese gobierno interesado que echó a Zelaya no
solamente desocupó la Casa Blanca sino que fue barrido en elecciones populares por el partido que le adversaba en su política
imperialista y de intervención, y aunque entre sus sucesores hubo un Bryan capaz
de dejarse influenciar por los conservadores y esclavista también la opinión americana
le hizo justicia poniéndolo en
disponibilidad. Como una censura o desaprobación a esa política interventora,
violenta e injusta el Senado americano por la boca de sus representantes
autorizados manifestó su hostilidad y su desagrado por los Contratos leoninos y
vergonzosos suscritos sin escrúpulos por hijos de Nicaragua.
El Gobierno de Washington ha entrado pues en un período
de reparación, ha estudiado con mayor detenimiento nuestros asuntos interiores,
ha comprendido la obra insensata e inicua cometida anteriormente en auxilio del
departamento Estado y al propio tiempo que el actual gobierno de Nicaragua les
inspira repulsión y desprecio y comprenderá que no representa ni la cuarta
parte de la opinión pública libre del país.
El mismo almirante Sutherland de ingrata recordación para
todo patriota nicaragüense, en su informe oficial manifestó que el Gobierno de don Adolfo Díaz no
representaba la opinión nacional y que estaba convencido que una vez retirado el
apoyo americano dejaría de existir.
Ahora bien, puesto que todo cambia, que nada es
inmutable, que la verdad está en marcha como decía Lola, puesto que la opinión
americana más ilustrada, mejor orientada rectifica y hace justicia, ¿por qué el
temor de que el Dr. Irías con el claro talento y los dotes de energía e
ilustración que le reconoce el escritor, sea un obstáculo para la realización
de las aspiraciones del Partido Liberal?
Es posible que la voz del patriotismo reconozca el
derecho de reto a un poder extraño a quien acudieron en mala hora hijos
obcecados y ambiciosos de Nicaragua para satisfacer insanas pasiones.
No sé qué profunda tristeza acomete a mi espíritu cuando
veo que jóvenes como Moraga, viriles en el terreno de la acción como del
pensamiento, escriben desmayados y dóciles frases como esta. “Los señalados (Policarpo Bonilla, Huerta,
Castro, Díaz) deberían haber perdido toda esperanza de resurgir a la cabeza de
un gobierno en sus países respectivos” y todo porque les profesan o les profesaron
odio a los americanos.
Por otra parte no se compadece del siguiente rasgo que
apunta a Don Adolfo Díaz, con el reproche de antipático a los yanquis, que
endilga a Irías. “Huelga y repugna todo comentario ante la vileza con que se ha
entregado a ellos (los americanos) ese maniquí, que ha pasado por el capitolio
nicaragüense agregando una hoja negra en la blancura de nuestra Historia
Patria”. Instrumento sin la más leve
noción de honor, cuyas complacencias bien fueron aprovechadas por la codicia
americana, en la celebración de tratado que tan funestas son para la vida
económica de aquel pueblo”
Así mientras Julián Irías, lleno de fe con voluntad
tesonera se va a Washington llevando en sus manos los documentos, los
atestados, las actas y los gritos de todo un pueblo que por su medio reclama
justicia y protesta de atentados cometidos, mientras él como delegado y vocero
de un partido se va con energía inquebrantable visitando periodistas, hombres
de Estado, senadores o diputados, exponiendo con vehemencia persuasiva la causa
de su patria redactando notas, presentando expedientes y haciendo luz en la
conciencia ejecutiva del pueblo americano, mientras se va a la oficina de los
mercaderes a denunciar la mala compra que hacen tratando con gobiernos de
facto, nacidos de la imposición, ilegales e irresponsables, aquí por un
prejuicio cobarde, por un antecedente fuera de circunstancia como fue el haber
servido al gobierno de Zelaya sin ser zelayista, le censuramos, le imputamos
miras ambiciosas de interés personal, desconocemos su patriotismo ya probado en
más de una ocasión y le queremos proscribir en la labor común emprendida por
todos los liberales pensantes y pudientes.
Irías que trabaja en todo Centro América con el mismo
afán que en Washington, que ha movido todos los resortes del patriotismo, que
se ha mostrado invulnerable en los días de prueba e incorruptible a los halagos
personales; Él que sin tregua ni descanso se ha dado todo a su partido para
conseguir la resurrección de Nicaragua bajo un sol de libertad y progreso, bien
merece mayor consecuencia, y consideración de sus correligionarios. Me siento
con tanta mayor libertad para hacer el elogio de Irías en estas circunstancias
cuanto que soy uno de los pocos liberales que le adversaron cuando fue Ministro
General de Zelaya y más tarde en los
albores del crítico período de Madriz, habiendo palpado durante ese lapso los
amargos frutos que dio la reunión política de Baca e Irías que eran los hombre
preponderantes en el Gobierno.
No seré yo, dada la estimación que tengo por su carácter y
demás prendas personales, quien le sospeche, siquiera, de servir de
instrumentos a los enemigos de Irías que hoy lo son de todos los liberales; ni de
un loco afán de notoriedad como otros piensan, pero sí, permítame manifestarle
que en este instante hace el juego de los conservadores y favorece sus
combinaciones.
Convenzámonos que si el General Emiliano Chamorro
candidato cachureco triunfare alguna vez en lucha cívica, legal y franca contra
uno de hombres como Irías, no sería porque los americanos le tuviesen
admiración o estima (Esto solo lo creen
algunos negritos granadinos) por haber adversado a Zelaya cosa que no le da
ninguna capacidad política, sino porque lo conservadores unidos, disciplinados,
compactos van con solo un hombre a las luchas de la guerra o de la paz,
mientras que nosotros dispersos, desunidos, sin el sentimiento de la
solidaridad marchamos a locas haciéndonos batir en detal y achacando a otros de
las responsabilidades que corresponden a nuestra indisciplina. La revolución de octubre contó para su
triunfo tan fácil, con un formidable aliado: la desorganización liberal y el
gobierno de Díaz se ha mantenido por la misma causa.
La mala voluntad que el Departamento de Estado tenía para
Irías o determinado circulo de Nicaragua, nacía de los intereses con que los
conservadores habían complicado a Miembros del Gabinete de Taft a `poderosos agentes de la Banca judía de Wall Street, pero
una vez desaparecida las causas, una vez que el Presidente Wilson con mayor
conocimiento y más amplio espíritu de justicia a examinado las cosas; hoy que
Mr. Lansing que es casi una amigo de los liberales está al frente del mismo
Departamento de Estado que tanto nos perjudicara, ya no existe ese odio o antipatía que hasta
parece un ridículo tratándose de hombres
políticos o financieros de Norteamérica y todo hace creer que por fin las
gestiones, patrióticas de Irías darán algún resultado práctico y reparador.
Tratemos los asuntos serios con más serenidad, Irías
quizá tenga algunos defectos, puede que presente lados inconvenientes en la
representación del partido sin tener esto atingencia en la simpatía o antipatía
americana, pudiera suceder que otros muchos de nuestras fila tuviese aptitudes
para emprender los mismos trabajos y más posibilidades para sacar avante su
candidatura en una elección, pero convengamos en que hay pocos que tengan la
misma fortaleza moral, el mismo carácter y la misma preparación para desempeñar
en los actuales momentos la jefatura de un partido tan pobre en recursos como
en cohesión y disciplina.
No vayamos tan de prisa y antes de dar cada paso hacia el
enemigo fortifiquemos los sitios conquistados para evitarnos sorpresas y
retrocesos como los anteriores. Por los
tiempos que corren no es posible improvisar buenos jefes como otras veces
cuando se trataba de un motín o una asonada.
Hoy vivimos bajo la alta presión de métodos científicos y organización
administrativa, intensa en las colectividades
se llamen partidos o gobiernos dan la medida de fuerza y de su capacidad
por los métodos que emplean y la homogeneidad y cohesión de dos moléculas componentes.
Mas para asimilarse todos esos conocimiento se necesita estudio y
preparación.
Los partidos políticos son ejércitos que van a la
conquista de un ideal y en él tienen que tomar puesto todas las generaciones:
los unos con el caudal de sus energías y de su vigor moral y físico, los otros
con sus conocimientos y su experiencia y muchos con el prestigio de su nombre
porque hay nombres que por ellos solos hablan de una causa.
Querer proscribir antojadizamente, como pretende Moraga a
estos o aquellos es como quitarle a un brillante ejército de vanguardia la
reserva que lo protege o como suprimirle a un barco de guerra sus jefes
dejándole acéfalo en el momento de combate.
Que cada cual ocupe el puesto que le señale el deber y
mientras tanto, ayudemos a Irías en su bregar patriótico, hagamos del partido
un solo block para que unidos tengamos fuerza, luchemos por la reconquista de
nuestros derecho con dignidad y energía y después, busquemos con la lámpara de Diógenes,
si fuere preciso, los hombres que mejor convengan a nuestra vida política.
Guatemala, Agosto de 1915.
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1. (Julián Irías pre-candidato liberal a la Presidencia para las elecciones de 1916, a quien se le impidió participar en las mismas por el Ministro Americano de apellido Jefferson por decir que era zelayista, El electo sin oposición fue Emiliano Chamorro, por el Partido Conservador, que había arrebatado la candidatura al Dr. Carlos Cuadra Pasos, con ayuda del mismo Ministro Americano, y apoyado por los marines que estaban en las costas del Atlántico vigilando que las elecciones ¿fueran libres?: Mario H. Castellón).
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