viernes, 8 de julio de 2016

A propósito de un Caudillo (Julián Irías) por el Dr. Hildebrando A. Castellón




Dr. Hildebrando A. Castellón
enmedio de barba, 
en una manifestación política del 
Partido Liberal en 1920 o 1921 en 
favor de la candidatura a la Pesidencia 
de José Esteban González 
a quien le fue robado el triunfo por Emiliano Chamorro 
y la ocupación yankee, estos últimos por considerarlo 
zelayista.  Sentado a la izquierda el candidato. 

A Propósito de un Caudillo1:



(Copiado de un manuscrito del Dr. Hildebrando A. Castellón)

Con el mote de “A mis amigos correligionarios nicaragüenses” y editada en la imprenta de El Centroamericano de San Salvador donde también se publica el órgano de la Curia, ha llegado a mis manos una hoja suelta en forma de proclama que trata de uno de los problemas más serios que pueden presentarse al partido liberal nicaragüense en su cesantía precisamente en el instante psicológico en que depende de su buena organización  y disciplina el triunfo definitivo de la magna causa que sustenta.
Tratase en ese documento de demostrar la inconveniencia para la obra que la agrupación liberal ha emprendido desde hace ya un lustro relativa a la defensa de su autonomía, de su independencia y de sus libertades públicas, de que el Dr. Julián Irías desempeñe la jefatura y haga en su nombre las gestiones y la labor que comanda el más puro patriotismo.
Por la importancia vital del asunto y por ser su autor uno de los jóvenes que con más ardor y denuedo han defendido y luchado por la causa liberal, tanto en los campos de batalla como en los de las ideas, habiendo merecido nuestros aplausos y muestras de simpatías, es  esta disquisición sobre el régimen interior  y tácticas políticas, sin querer por esto establecer controversia ni formar polémica en un asunto cuya ventilación pública nos restaría fuerza moral y material.
Altamente simpática es para mí la exposición de principios con que el Señor Moraga acoraza la libertad e independencia de su criterio, pero  las cosas grandes como son las que atañen a la vida, honor y porvenir de una nación no deben tratarse ofuscadamente bajo el punto de vista exclusivo que nos obsesiona sino con amplios horizontes, en perfecta calma y con el auxilio de todos los elementos de información y certeza con que la cordura exige proceder en las grandes resoluciones  
Antes de pasar a un análisis más circunstanciado y estrecho de esa exposición, permítaseme que recoja esta frase de dicha hoja: “3º ante el interés de la patria, pospondré los intereses del partido”……..
Para nosotros liberales doctrinarios no puede haber contraposición, ni choque entre los intereses de la patria y los de la agrupación cuyo programa difundimos porque al servirla por medio de grandes principios que no amenazan ni su existencia, ni su libertad, ni su porvenir.  El liberalismo se identifica con la patria y por eso anhelamos la felicidad de esta al amparo de aquel.   Todo cuanto sea patriótico debe entenderse como liberal. 
Volviendo a nuestro asunto principal, voy a referirme  a ciertos párrafos en que nuestro joven correligionario se muestra como el abogado de la sumisión y de la abdicación ate el poder americano, cuando precisamente el liberalismo rechaza por derecho ese estado de cosas en que aparecemos como pupilos o colonos del gobierno de Washington.
Si “la force prime le droit”, si nuestra divisa debe ser la de aceptar como buenos los hechos consumados, entonces crucemos los brazos en signo de asentimiento y aceptemos la intervención americana, el gobierno de imposición que impera en Nicaragua.
Pero si la nación nicaragüense tiene derechos soberanos inalienables e imprescriptibles, si tiene el derecho a la vida independiente y autónoma, pudiendo darse el Gobierno interior que más convenga a su modo de ser político y social con amplia libertar para escoger los hombres que deben regir y administrar su destino, entonces, ¿por qué buscaríamos el visto bueno oprobioso de un poder extraño para la consagración de nuestros hombres de Estado? ¿Por qué esa sumisión abyecta?
¿A caso hay algún sólo liberal verdadero que esté reñido con la civilización con el derecho de gentes o que, al estilo de los Bóxer, quiera para su patria una muralla china que cierre todas las puertas a la cultura universal y al comercio mundial?  
No, eso no es posible, no es cierto. 
La agrupación que dieron en llamar “Zelayismo” y a la que yo consagré un estudio publicado hace cinco años en Nicaragua, formada de elementos heterogéneos y de ocasión, ya no existe más que en el vocablo, como dejó de existir Zelaya  en su carácter de hombre político nicaragüense.  El Gobierno de Washington que gracias a la intriga a la conexión de intereses personales y a la falta de conocimientos que sobre asuntos de Nicaragua tenía el Senado y pueblo de los Estados Unidos pudo hostilizar y derrumbar la administración de Zelaya.  No fue porque este hubiese estado en tratos con el Japón  para el asunto del canal,  lo que ha sido una fábula urdida, ni porque la camarilla de Gobierno sindicada hubiese tenido sentimientos anti-americanistas, que nunca los tuvo, ni porque hay fusilado a los aventureros Cannon y Groce, sino porque mal aconsejado por su codicia lesionó intereses americanos en la Costa Atlántica donde Knox y muchos otros personajes pudientes eran accionistas, porque hizo un gran empréstito y estaba a punto de construir un ferrocarril al Atlántico con la ayuda financiera de Londres, en lugar de los accionistas de Wall Street y porque falto de toda visión política  quiso personalmente llevar las relaciones Exteriores del gobierno de Nicaragua.
Pues bien, ese gobierno interesado que echó a Zelaya no solamente desocupó la Casa Blanca sino que fue barrido en elecciones populares  por el partido que le adversaba en su política imperialista y de intervención, y aunque entre sus sucesores hubo un Bryan capaz de dejarse influenciar por los conservadores y esclavista también la opinión americana le hizo justicia  poniéndolo en disponibilidad. Como una censura o desaprobación a esa política interventora, violenta e injusta el Senado americano por la boca de sus representantes autorizados manifestó su hostilidad y su desagrado por los Contratos leoninos y vergonzosos suscritos sin escrúpulos por hijos de Nicaragua.
El Gobierno de Washington ha entrado pues en un período de reparación, ha estudiado con mayor detenimiento nuestros asuntos interiores, ha comprendido la obra insensata e inicua cometida anteriormente en auxilio del departamento Estado y al propio tiempo que el actual gobierno de Nicaragua les inspira repulsión y desprecio y comprenderá que no representa ni la cuarta parte de la opinión pública libre del país.  
El mismo almirante Sutherland de ingrata recordación para todo patriota nicaragüense, en su informe oficial manifestó  que el Gobierno de don Adolfo Díaz no representaba la opinión nacional y que estaba convencido que una vez retirado el apoyo americano dejaría de existir.
Ahora bien, puesto que todo cambia, que nada es inmutable, que la verdad está en marcha como decía Lola, puesto que la opinión americana más ilustrada, mejor orientada rectifica y hace justicia, ¿por qué el temor de que el Dr. Irías con el claro talento y los dotes de energía e ilustración que le reconoce el escritor, sea un obstáculo para la realización de las aspiraciones del Partido Liberal?
Es posible que la voz del patriotismo reconozca el derecho de reto a un poder extraño a quien acudieron en mala hora hijos obcecados y ambiciosos de Nicaragua para satisfacer insanas pasiones.
No sé qué profunda tristeza acomete a mi espíritu cuando veo que jóvenes como Moraga, viriles en el terreno de la acción como del pensamiento, escriben desmayados y dóciles frases como esta.  “Los señalados (Policarpo Bonilla, Huerta, Castro, Díaz) deberían haber perdido toda esperanza de resurgir a la cabeza de un gobierno en sus países respectivos” y todo porque les profesan o les profesaron odio a los americanos.
Por otra parte no se compadece del siguiente rasgo que apunta a Don Adolfo Díaz, con el reproche de antipático a los yanquis, que endilga a Irías. “Huelga y repugna todo comentario ante la vileza con que se ha entregado a ellos (los americanos) ese maniquí, que ha pasado por el capitolio nicaragüense agregando una hoja negra en la blancura de nuestra Historia Patria”.  Instrumento sin la más leve noción de honor, cuyas complacencias bien fueron aprovechadas por la codicia americana, en la celebración de tratado que tan funestas son para la vida económica de aquel pueblo”
Así mientras Julián Irías, lleno de fe con voluntad tesonera se va a Washington llevando en sus manos los documentos, los atestados, las actas y los gritos de todo un pueblo que por su medio reclama justicia y protesta de atentados cometidos, mientras él como delegado y vocero de un partido se va con energía inquebrantable visitando periodistas, hombres de Estado, senadores o diputados, exponiendo con vehemencia persuasiva la causa de su patria redactando notas, presentando expedientes y haciendo luz en la conciencia ejecutiva del pueblo americano, mientras se va a la oficina de los mercaderes a denunciar la mala compra que hacen tratando con gobiernos de facto, nacidos de la imposición, ilegales e irresponsables, aquí por un prejuicio cobarde, por un antecedente fuera de circunstancia como fue el haber servido al gobierno de Zelaya sin ser zelayista, le censuramos, le imputamos miras ambiciosas de interés personal, desconocemos su patriotismo ya probado en más de una ocasión y le queremos proscribir en la labor común emprendida por todos los liberales pensantes y pudientes.
Irías que trabaja en todo Centro América con el mismo afán que en Washington, que ha movido todos los resortes del patriotismo, que se ha mostrado invulnerable en los días de prueba e incorruptible a los halagos personales; Él que sin tregua ni descanso se ha dado todo a su partido para conseguir la resurrección de Nicaragua bajo un sol de libertad y progreso, bien merece mayor consecuencia, y consideración de sus correligionarios. Me siento con tanta mayor libertad para hacer el elogio de Irías en estas circunstancias cuanto que soy uno de los pocos liberales que le adversaron cuando fue Ministro General de Zelaya  y más tarde en los albores del crítico período de Madriz, habiendo palpado durante ese lapso los amargos frutos que dio la reunión política de Baca e Irías que eran los hombre preponderantes en el Gobierno. 
No seré yo, dada la estimación que tengo por su carácter y demás prendas personales, quien le sospeche, siquiera, de servir de instrumentos a los enemigos de Irías que hoy lo son de todos los liberales;   ni de un loco afán de notoriedad como otros piensan, pero sí, permítame manifestarle que en este instante hace el juego de los conservadores y favorece sus combinaciones.  
Convenzámonos que si el General Emiliano Chamorro candidato cachureco triunfare alguna vez en lucha cívica, legal y franca contra uno de hombres como Irías, no sería porque los americanos le tuviesen admiración o estima  (Esto solo lo creen algunos negritos granadinos) por haber adversado a Zelaya cosa que no le da ninguna capacidad política, sino porque lo conservadores unidos, disciplinados, compactos van con solo un hombre a las luchas de la guerra o de la paz, mientras que nosotros dispersos, desunidos, sin el sentimiento de la solidaridad marchamos a locas haciéndonos batir en detal y achacando a otros de las responsabilidades que corresponden a nuestra indisciplina.  La revolución de octubre contó para su triunfo tan fácil, con un formidable aliado: la desorganización liberal y el gobierno de Díaz se ha mantenido por la misma causa. 
La mala voluntad que el Departamento de Estado tenía para Irías o determinado circulo de Nicaragua, nacía de los intereses con que los conservadores habían complicado a Miembros del Gabinete  de Taft a `poderosos  agentes de la Banca judía de Wall Street, pero una vez desaparecida las causas, una vez que el Presidente Wilson con mayor conocimiento y más amplio espíritu de justicia a examinado las cosas; hoy que Mr. Lansing que es casi una amigo de los liberales está al frente del mismo Departamento de Estado que tanto nos perjudicara,  ya no existe ese odio o antipatía que hasta parece un ridículo  tratándose de hombres políticos o financieros de Norteamérica y todo hace creer que por fin las gestiones, patrióticas de Irías darán  algún resultado práctico y reparador.
Tratemos los asuntos serios con más serenidad, Irías quizá tenga algunos defectos, puede que presente lados inconvenientes en la representación del partido sin tener esto atingencia en la simpatía o antipatía americana, pudiera suceder que otros muchos de nuestras fila tuviese aptitudes para emprender los mismos trabajos y más posibilidades para sacar avante su candidatura en una elección, pero convengamos en que hay pocos que tengan la misma fortaleza moral, el mismo carácter y la misma preparación para desempeñar en los actuales momentos la jefatura de un partido tan pobre en recursos como en cohesión y disciplina.
No vayamos tan de prisa y antes de dar cada paso hacia el enemigo fortifiquemos los sitios conquistados para evitarnos sorpresas y retrocesos como los anteriores.  Por los tiempos que corren no es posible improvisar buenos jefes como otras veces cuando se trataba de un motín o una asonada.  Hoy vivimos bajo la alta presión de métodos científicos y organización administrativa, intensa en las colectividades  se llamen partidos o gobiernos dan la medida de fuerza y de su capacidad por los métodos que emplean y la homogeneidad y cohesión de dos moléculas componentes. Mas para asimilarse todos esos conocimiento se necesita estudio y preparación.    
Los partidos políticos son ejércitos que van a la conquista de un ideal y en él tienen que tomar puesto todas las generaciones: los unos con el caudal de sus energías y de su vigor moral y físico, los otros con sus conocimientos y su experiencia y muchos con el prestigio de su nombre porque hay nombres que por ellos solos hablan de una causa.
Querer proscribir antojadizamente, como pretende Moraga a estos o aquellos es como quitarle a un brillante ejército de vanguardia la reserva que lo protege o como suprimirle a un barco de guerra sus jefes dejándole acéfalo en el momento de combate.
Que cada cual ocupe el puesto que le señale el deber y mientras tanto, ayudemos a Irías en su bregar patriótico, hagamos del partido un solo block para que unidos tengamos fuerza, luchemos por la reconquista de nuestros derecho con dignidad y energía y después, busquemos con la lámpara de Diógenes, si fuere preciso, los hombres que mejor convengan a nuestra vida política.
Guatemala, Agosto de 1915.  


---------
1. (Julián Irías pre-candidato liberal  a la Presidencia para las elecciones de 1916, a quien se le impidió participar en las mismas por el Ministro Americano de apellido Jefferson por decir que era zelayista,  El electo sin oposición fue Emiliano Chamorro, por el Partido Conservador, que había arrebatado la candidatura al Dr. Carlos Cuadra Pasos, con ayuda del mismo Ministro Americano,  y  apoyado por los marines que estaban en las costas del Atlántico vigilando que las elecciones ¿fueran libres?:  Mario H. Castellón)

No hay comentarios:

Publicar un comentario