Dr. Hildebrando A. Castellón
Ministro de Instrucción Pública
1940
Juan Bautista Sacasa
Presidente de Nicaragua
1932-1936
Juan
Bautista Sacasa
1932
Copiado de un manuscrito del
Doctor Hildebrando A. Castellón
Cuando se trató de la sucesión
presidencial, el hombre que primero salió a la palestra fue el Dr. Juan B.
Sacasa, el mismo que Salió electo vicepresidente cuando la elección de Don
Carlos Solórzano en Noviembre de 1926 apareció
en Puerto Cabezas asumiendo la Presidencia de la República cuando ya el
Gobierno de Estados Unidos había reconocido a Don Adolfo Díaz como Presidente
legítimo.
El Dr. Sacasa siendo
vicepresidente titular se negó concurrir
a las conferencias del Denver verificadas en aguas nicaragüenses en Octubre de
1926, se negó igualmente a desembarcar en la Costa Atlántica en tiempo oportuno, se negaba, a pesar de las
instancias de los amigos, a embarcarse en Puerto Barrios para ir a tierra de
Nicaragua a asumir su cargo, se negó a seguir al Ejército Constitucionalista a
través del suampo, se negó a pactar Con Stimpson y muchas otras cosas a que le
convidaban el honor y el interés de la causa, pero aceptó en Puerto Cabezas la
custodia americana.
El 23 de diciembre de 1926
cuando los americanos desembarcaron en Puerto Cabezas para desamar a Sacasa, este
se desmayó y después de entregar la plaza y las armas aceptó la protección de
los marinos quedando en calidad de prisionero voluntario.
El 14 de enero de 27, el Dr.
Sacasa considerando que tenía en los brazos un niño muerto resolvió testar la
presidencia al pedagogo conservador progresista don Salvador Calderón Ramírez
por iniciativa de un grupo de políticos salvadoreños, pero el jefe del ejército
constitucionalista consultado contestó: Esa trasmisión a Calderón no es
constitucional pero si usted no se considera capaz de continuar la lucha ruégole
hacérmelo saber para tomar con el ejército las medidas que convengan al partido
liberal.
El 4 de mayo en Tipitapa ni
el Dr. Sacasa ni sus delegados quisieron asumir ninguna responsabilidad fue preciso que el General Moncada y los
Jefes que le acompañaban tomaran sobre sus espaldas el fardo de las responsabilidades;
pero Sacasa y la gente menuda de parásitos aduladores que le seguía, lanzaron
improperios e insultos contra Moncada utilizando la palabra traidor.
Sacasa aceptó dinero de
México , según confesó Arguello en la conferencia del Denver, de Guatemala, de
El Salvador y armas que transportó en el Concón por el pacífico y el Carmelita
por el Atlántico; y algunos de sus colegas firmaron bonos, antes, durante y
después de las operaciones de guerra de 26 y 27 con el propósito de que fueran
pagados por el pueblo nicaragüense; Sacasa firmó compromisos con México y con
Guatemala y después se retiró al Aventino sin que el pueblo nicaragüense que
perdió vidas, 10 millones de dólares y sufrió muchas humillaciones, finiquitara
sus cuentas. Cuando trémulo fue empujado
a Puerto Barrios, desvalijó primero a algunos de sus correligionarios fingiendo
pobreza y es cosa averiguada que hizo en el B.de G. 37,600.
El Dr. Sacasa que hoy se da por un ferviente liberal y quiere
mantener al partido no figuraba en los rangos (del partido) en 1912 cuando se
jugaba la suerte colectiva, y los destinos de la Patria. Hasta 1916 fue empleado de la administración
conservadora y salió del retraimiento y de la neutralidad , cuando las masas
liberales unificados postulaban a Julián Irías como candidato a la Presidencia.
Eran estos los tiempos en que se empezaban a olvidar los
procedimientos del D. Federico Sacasa, que mandó cerrar la cañería del agua y
abrir la correspondencia del Ministro americano Mr. Coodlige para congraciase
con el presidente Zelaya.
Como consecuencia de la campaña presidencial de 1920, la
llamada Coalición envió dos representantes a Washington uno por indicación del
Partido Liberal y otro por parte de los progresistas. Se disponía el Partido Liberal
por medio de su Directiva a nominar al Dr. Sacasa como Delegado cuando una
asamblea de Liberales de Managua como de 100 personas encabezadas por el Gral.
Tomás A. Vargas presidente del Consejo Departamental y por Joaquín Navas
Sacasa, se pronunció en contra por ser nuevo en el partido y no inspirar
suficiente confianza.
En
esa ocasión fue el Dr. Castellón quien libró a Sacasa de la afrenta. Le valió a éste que hablaba inglés. Ser
persona educada y de buenos modales para que se le enviara por fin ante el
Departamento d Estado, pero es un hecho demostrado que se apartó en su misión
de los puntos de vista liberales y fracasó.
El
año de 24 en el desbarajuste liberal era
por miedo de caer en manos mercantiles o viciosas se pensó en el Dr.
Sacasa como candidato, como término de Transición y se dijo por algunos
interesados que era deseado en el Departamento de Estado Americano.
Ante la Convención reunida en León, envió
Sacasa una protesta por haber suscrito la transacción y aceptó luego
la vicepresidencia sin escrúpulo alguno.
El
Dr. Sacasa en Puerto Cabezas arrastrado por el Ministro de Relaciones fulminó
rayos contra la política yanqui y dejó documentos imborrables que no lograron
nada y probaron su poco tacto su incapacidad
política y diplomática.
Después
del fracaso, el doctor Sacasa fue ovacionado en Costa Rica y otras partes y
permitió que le llamaran Héroe y Prócer.
Llego en momento de...la de Stimson.
Conste
que el Dr. Sacasa es un excelente caballero y de buen trato distinguida educación
y además un apreciable profesional; pero acaso el Dr. Sacasa Roberto su padre,
no tenía las mismas cualidades y fue derrocado de la presidencia después de
dejar el Erario Público en bancarrota y al país en anarquía. Aceptó de Moncada la legación en Washington después
de haberlo vilipendiado y no queriendo aceptar la mano de Coodlige….. se vio en
el caso de estrechar la de Stimson.
No
hablemos de su ideología liberal ni de su capacidad administrativa y política,
pues el ideal para el Gobierno
moderno no se acomoda con tener a un
hombre que se inspira en el Secretario, en a camarilla, en el regionalismo ó en
la mujer más próxima.
Si al estilo del
as mujeres debemos dar preferencia, al corazón sobre los dictados de la cabeza,
si nos inspira lastima por sus pasados fracasos y queremos indemnizarle con
poner en sus manos los caros intereses de la patria, si nos procura simpatía la
dulzura y suavidad de su carácter y no podemos apartar su sonrisa sugestiva,
entonces, cerremos los ojos y lanzamos al país
al abismo.
Agosto de 1932.
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