miércoles, 29 de junio de 2016

Dr. Juan Bautista Sacasa 1932 por Dr. Hildebrando A. Castellón








 Dr. Hildebrando A. Castellón 
Ministro de Instrucción Pública 
1940

Juan Bautista Sacasa 
Presidente de Nicaragua 
1932-1936


Juan  Bautista Sacasa
1932


Copiado de un manuscrito del Doctor Hildebrando A. Castellón

Cuando se trató de la sucesión presidencial, el hombre que primero salió a la palestra fue el Dr. Juan B. Sacasa, el mismo que Salió electo vicepresidente cuando la elección de Don Carlos Solórzano   en Noviembre de 1926 apareció en Puerto Cabezas asumiendo la Presidencia de la República cuando ya el Gobierno de Estados Unidos había reconocido a Don Adolfo Díaz como Presidente legítimo. 

El Dr. Sacasa siendo vicepresidente titular se negó  concurrir a las conferencias del Denver verificadas en aguas nicaragüenses en Octubre de 1926, se negó igualmente a desembarcar en la Costa Atlántica  en tiempo oportuno, se negaba, a pesar de las instancias de los amigos, a embarcarse en Puerto Barrios para ir a tierra de Nicaragua a asumir su cargo, se negó a seguir al Ejército Constitucionalista a través del suampo, se negó a pactar Con Stimpson y muchas otras cosas a que le convidaban el honor y el interés de la causa, pero aceptó en Puerto Cabezas la custodia americana.

El 23 de diciembre de 1926 cuando los americanos desembarcaron en Puerto Cabezas para desamar a Sacasa, este se desmayó y después de entregar la plaza y las armas aceptó la protección de los marinos quedando en calidad de prisionero voluntario.

El 14 de enero de 27, el Dr. Sacasa considerando que tenía en los brazos un niño muerto resolvió testar la presidencia al pedagogo conservador progresista don Salvador Calderón Ramírez por iniciativa de un grupo de políticos salvadoreños, pero el jefe del ejército constitucionalista consultado contestó: Esa trasmisión a Calderón no es constitucional pero si usted no se considera capaz de continuar la lucha ruégole hacérmelo saber para tomar con el ejército las medidas que convengan al partido liberal.

El 4 de mayo en Tipitapa ni el Dr. Sacasa ni sus delegados quisieron asumir ninguna responsabilidad  fue preciso que el General Moncada y los Jefes que le acompañaban tomaran sobre sus espaldas el fardo de las responsabilidades; pero Sacasa y la gente menuda de parásitos aduladores que le seguía, lanzaron improperios e insultos contra Moncada utilizando  la palabra traidor.

Sacasa aceptó dinero de México , según confesó Arguello en la conferencia del Denver, de Guatemala, de El Salvador y armas que transportó en el Concón por el pacífico y el Carmelita por el Atlántico; y algunos de sus colegas firmaron bonos, antes, durante y después de las operaciones de guerra de 26 y 27 con el propósito de que fueran pagados por el pueblo nicaragüense; Sacasa firmó compromisos con México y con Guatemala y después se retiró al Aventino sin que el pueblo nicaragüense que perdió vidas, 10 millones de dólares y sufrió muchas humillaciones, finiquitara sus cuentas.  Cuando trémulo fue empujado a Puerto Barrios, desvalijó primero a algunos de sus correligionarios fingiendo pobreza y es cosa averiguada que hizo en el B.de G. 37,600.  

El Dr. Sacasa que hoy se da por un ferviente liberal y quiere mantener al partido no figuraba en los rangos (del partido) en 1912 cuando se jugaba la suerte colectiva, y los destinos de la Patria.  Hasta 1916 fue empleado de la administración conservadora y salió del retraimiento y de la neutralidad , cuando las masas liberales unificados postulaban a Julián Irías como candidato a la Presidencia.

Eran estos los tiempos en que se empezaban a olvidar los procedimientos del D. Federico Sacasa, que mandó cerrar la cañería del agua y abrir la correspondencia del Ministro americano Mr. Coodlige para congraciase con el presidente Zelaya.

Como consecuencia de la campaña presidencial de 1920, la llamada Coalición envió dos representantes a Washington uno por indicación del Partido Liberal y otro por parte de los progresistas. Se disponía el Partido Liberal por medio de su Directiva a nominar al Dr. Sacasa como Delegado cuando una asamblea de Liberales de Managua como de 100 personas encabezadas por el Gral. Tomás A. Vargas presidente del Consejo Departamental y por Joaquín Navas Sacasa, se pronunció en contra por ser nuevo en el partido y no inspirar suficiente confianza. 

En esa ocasión fue el Dr. Castellón quien libró a Sacasa de la afrenta.  Le valió a éste que hablaba inglés. Ser persona educada y de buenos modales para que se le enviara por fin ante el Departamento d Estado, pero es un hecho demostrado que se apartó en su misión de los puntos de vista liberales y fracasó.

El año de 24 en el desbarajuste liberal era  por miedo de caer en manos mercantiles o viciosas se pensó en el Dr. Sacasa como candidato, como término de Transición y se dijo por algunos interesados que era deseado en el Departamento de Estado Americano.  

Ante la Convención reunida en León, envió Sacasa  una protesta por  haber suscrito la transacción y aceptó luego la vicepresidencia sin escrúpulo alguno.

El Dr. Sacasa en Puerto Cabezas arrastrado por el Ministro de Relaciones fulminó rayos contra la política yanqui y dejó documentos imborrables que no lograron nada y probaron su poco tacto  su incapacidad política y diplomática.   

Después del fracaso, el doctor Sacasa fue ovacionado en Costa Rica y otras partes y permitió que le llamaran Héroe y Prócer.  Llego en momento de...la de Stimson.

Conste que el Dr. Sacasa es un excelente caballero y de buen trato distinguida educación y además un apreciable profesional; pero acaso el Dr. Sacasa Roberto su padre, no tenía las mismas cualidades y fue derrocado de la presidencia después de dejar el Erario Público en bancarrota y al país en anarquía.  Aceptó de Moncada la legación en Washington después de haberlo vilipendiado y no queriendo aceptar la mano de Coodlige….. se vio en el caso de estrechar la de Stimson.

No hablemos de su ideología liberal ni de su capacidad administrativa y política, pues el ideal para  el Gobierno moderno  no se acomoda con tener a un hombre que se inspira en el Secretario, en a camarilla, en el regionalismo ó en la mujer más próxima.
Si al estilo del as mujeres debemos dar preferencia, al corazón sobre los dictados de la cabeza, si nos inspira lastima por sus pasados fracasos y queremos indemnizarle con poner en sus manos los caros intereses de la patria, si nos procura simpatía la dulzura y suavidad de su carácter y no podemos apartar su sonrisa sugestiva, entonces, cerremos los ojos y lanzamos al país  al abismo.    

Agosto de 1932.








viernes, 17 de junio de 2016

Citas al Dr. H. A. Castellón en escrito de José M. Moncada



Dr. Hildebrando A. Castellón 
en el Hotel Lupone 
Después de terminada la guerra constitucionalista







«EL CENTROAMERICANO« SEPARATA DE APORTES HISTORICOS 197
TUMBA DEL GRAL. Y EX-PDTE. MONCADA»
(PARTE OCHENTITRES) POR LOS RIOS KURINGWAS Y PRINZAPOLKA HACIA MANAGUA

 De Tasbapowney dimos órdenes a Laguna de Perlas para que el Ejército se trasladase a la Cruz de Rio Grande aprovechando las embarcaciones que nos quedaban. Iban a recorrer cien millas de la propia Laguna y el Río bastante caudaloso del Kuringwas. En un desembarcadero de éste recibieron la carga bueyes y mulas, que ya recogía en aquellas comarcas y bananales el General Carlos Pasos, quien en toda la guerra fue el brazo derecho del autor, por su energía y actividad.
               LA CARMELITA, nuestro hombre de guerra como dicen los ingleses, no estaba en el mar, sino en Laguna, a donde había penetrado después de la batalla. Nos dirigimos a Prinzapolka. Frente a sus aguas encontramos una embarcación amiga que penetraba en la barra. Un amigo de abordo, nos dio informe de lo que pasaba en Puerto Cabezas, lo mismo que en Río Grande: decomisadas las armas y municiones. Todo allá era confusión.
El autor había pensado en ir a Puerto Cabezas, para cambiar ideas con el Dr. Sacasa. Desistió por de pronto, pues no quería caer en las zonas neutrales, y se resolvió a obrar con independencia, continuar su camino como se ha dicho a lo sonámbulo. Bien recibidos por los amigos en Prinzapolka: pero no por el tiempo, pues contrajimos en la travesía del mar una fuerte influenza de 39 a 40 grados de fiebre.  Así habíamos de marchar por el Río, a buscar la Cruz de Río Grande, el nuevo punto de reconcentración.  
Con amigos conseguimos la gasolina necesaria para el transporte de elementos de guerra de Laguna de Perlas El Ejército marchaba sin vacilaciones.  Habíamos requerido al señor Almirante Latimer por las provisiones, municiones y rifles de Río Grande y en Prinzapolka recibimos la siguiente contestación, el 3 de Enero de 1927:  "Mi estimado general: - Tengo el honor de acusar a Ud. recibo de su carta de esta fecha, por medio de la lancha ANNIE, requiriéndome para dar órdenes que permitan remover las provisiones y municiones de las fuerzas que Ud. comanda en las zonas neutrales de Puerto Cabezas y la Barra de Río Grande;  y doy a Ud. informe que di consejo al Capitán del ANNIE antes de que saliera de aquí (aguas afuera de Río Grande) que vapor no armado, con hombres desarmados únicamente puede entrar en la Barra en cualquier momento del día para sacar las provisiones que allí haya.
. «Las armas y municiones de Puerto Cabezas y Río Grande pueden de igual manera- removerse por sus representantes debidamente autorizados, con botes y hombres desarmados. Estos botes deben entrar a Puerto Cabezas y Río Grande durante el día, únicamente.  No conozco de provisiones de Ud. en Puerto Cabezas, pero si las hubiere pueden ser transportadas. Respetuosamente te. — (f) J.L. Latimer.- Contra Almirante, etc.-.
Trascribiendo esta carta al Comandan te K.B. Chapell, del Cuerpo de Marinos, en la Barra referida, dimos la debida autorizada comisión al General Carlos Pasos, quien al penetrar en Río Grande solamente encontró a unos buzos a quienes el Oficial Chapen pagaba para extraer del fondo del rio el millar de rifles de que hemos hecho mención, y el millón ochocientos mil cartuchos.   La tarea resultó imposible.
¿Conocería estos hechos el señor Almirante cuando dictó la contestación que hemos leído?  Tal vez no, pues no le juzgamos entonces capaz de tan cruel ironía. Le conocíamos caballero y militar pundonoroso.
Por nuestra obsesión respecto de las zona neutrales, resolvimos la marcha inmediata a La Cruz, no obstante la fiebre y una tos pertinaz y violenta. Por fortuna,  a Prinzapolka había llegado el Dr. Hildebrando A. Castellón, médico distinguido, con un cuerpo de Cruz Roja y con él hicimos la travesía hasta Matiguás.  Salimos de Prinzapolka el 7 de Enero 4e 1927„ en una pequeña nave, subiendo el río que da su nombre a la ciudad. Teníamos prisa de salir. La zona neutral nos pisaba los talones.
En efecto, el día 9, un oficial de nuestro ejército nos decía lo siguiente en una carta de la misma fecha: "Hónrame en comunicarle que hoy, a las 9.35 am. desembarcaron cincuenta marinos americanos al mando del Capitán de Navío Haymann, para neutralizar este puerto. De acuerdo con nuestra política y con las instrucciones superiores recibidas no se opuso resistencia, pero a salvo el parque, el cañón y los rifles sin empuñar, que existían en la plaza. Dos horas me concedieron para desocupar la plaza con las fuerzas estacionadas.   Le llevábamos, pues, dos días de delantera al señor Almirante. Desde entonces solamente de las nubes pudo vigilamos.
Se recordará que en Octubre de 1926 propusimos al Encargado de Negocios, Denis, la Neutralización total de la Costa Atlántica, que nuestro constante afán se concretaba a marchar al interior en busca de nuestros adversarios. Se habría evitado así las molestias y desazones que padecieron los marinos y también el Departamento de Estado, a quien acusaba de imperialismo y de conquista la opinión del mundo, y de provocación a Hispano América.  Se habría ahorrado el volcán de odios que dio vida y aplausos meses después, al bandolerismo de Sandino, terrible y destructor.
Pero Mr. Denis se hallaba empecinado en sacar al frente a Don Adolfo Díaz, y prefirió los caminos largos y tortuosos, las conferencias, el Congreso y el cansancio de Chamorro y de nosotros.  El autor iba despertando de su sueño poco a poco. Se curaba del sonambulismo. Recordando  que esto precisamente. —la marcha al interior—, era su ardiente deseo, no realizado por causa de los armisticios y conferencias de Corinto y la tardanza del Dr. Sacasa en poner el pie en cualquier peñón de Nicaragua, para inaugurar al señor Almirante sus zonas neutrales sin precaver que, una vez en el interior, las malditas zonas asomarían su fatídica cabeza en aguas y ciudades del mar Pacífico.
No sentíamos la fiebre. Inyecciones del Dr. Castellón, una tras otra, y quinina, y aspirina y adelante. El río tranquilo, el tiempo lluvioso, húmedo en extremo, la montaña abrupta con las grandes ramas de los árboles y enmarañadas lianas, colgando a las veces sobre la cubierta de la pequeña nave.  
Dormimos sobre el río. Llegamos el 8 a Bisbila, sobre la ciénaga.  El 9 en marcha a La Cruz, cruzando el río Macantaca y el 10 en La Cruz, junto a las plantaciones y bananales de la Cuyamel.
En esta ciudad nos confortamos, sacamos fuerza de flaquezas y empujamos al ejército que victorioso de Laguna salía. Monturas, aparejos, bueyes, mulas y botes, todo listo con el auxilio generoso y decidido de Carlos Pasos. El 23 de Enero salimos de La Cruz sobre las aguas del Río Grande y nos dirigimos a Palpunta, el extremo navegable del mencionado río.
 Suampos: El 26 por la mañana el Estado Mayor todo a lomo de mula sobre el suampo y la montaña abrupta. Rodábamos en los precipicios con cabalgaduras y todo. En lo hondo de una grandísima pendiente llamada Aymamá, vimos demudarse al Dr. Castellón no acostumbrado a tales marchas, ciudadano que había vivido solamente en las clínicas y en los parlamentos, pues ha sido político nunca arrepentido y siempre deseoso de ascender. Otra vez las patas de su cabalgadura, un machón desenfrenado, se enredaron entre unas grandes raíces. La bestia pedaleaba y el autor, angustiado, ordenaba a un ayudante que cortara la raíz.
Rodando, levantando, cogidos de la maleza, cruzando los ríos a nado o a pie., con la pertinaz calentura, llegamos a San Pedro el 28, sin encontrar sino las huellas de la pequeña columna enemiga que Díaz había enviado por Chontales, para poner en jaque nuestra ala de La Cruz.
En San Pedro permanecimos varios días recibiendo los rifles, ametralladoras y cañones que en botes empujaba Carlos Pasos desde La Cruz para Matiguás.  Salimos el 4 siempre a lomo de mula y sobre la montaña cenagosa y cruel. La misma marcha, monótona, sombría, arreglando cargas y aparejos a cada momento, cortando ramas y obstáculos, por modo tenaz perseverante, como si una grande obra digna del aplauso humano, había de realizarse, con fe inacabable, con denuedo a las veces, teniendo siempre en la cabeza la figura alta y risueña del señor Almirante, a bordo del Rochester, con los destroyers de veinte y dos nudos y las tremebundas, terribles, odiosísimas  zonas neutrales. Era un espectro que nos perseguía y nos obsesionaba, poniéndonos acicates.
El 10 de febrero, por la mañana caía en una mísera choza con el pulso alterado, algo desalentado el cuerpo, pero no el espíritu.  Una tizana del doctor, una aspirina, otra inyección y a Matiguás.
Por la tarde en tierra firme en los llanos de Matagalpa y de Chontales, después de treinta y tres días de marcha fatigosa, indescriptible. Y luego los combates de que hemos hablado en la primera parte.  Batalla en Muy Muy el 12 de febrero; en marzo 4,  conferencia de Muy Muy: Marzo 14, batalla otra vez y triunfo en Muy Muy y El Chompipe; abril 5, derrota de Beltrán Sandoval; el 6, Palo Alto y triunfo completo; hazaña de Escamilia y Diego López contra el tren de guerra. Batalla peligrosa de Cumaica; cuatro más en Las Mercedes, los días 1-5, 16, 17 y 18. Y luego Boaquito... y Stimson... y Tipitapa..-  y saludos nuevos al señor Almirante, quien con una tenacidad inhumana y terrible, en aguas del mar océano, ya había cruzado el Canal y nos asediaba de nuevo con sus zonas neutrales en el Pacífico, en el interior de Nicaragua.
Había salvado felizmente sirtes del océano con los adelantos modernos, cinco mil marinos a sus órdenes y naves de guerra y el apoyo total de ciento veinte millones de habitantes de Estados Unidos de América; y nosotros, a la intemperie y al sol en la jornada más cruel y fatigosa que en muchos siglos se verá.
 La América Latina se quejaba, unida en el alma y el corazón con Nicaragua, pero sin naves de guerra, ni nada. Nos quejábamos al cielo, y el cielo tampoco escuchaba. Marcha azarosa, entre montes y precipicios a sacudir el polvo de los zapatos y de la tiranía en la frontera de Costa Rica.
 Tercera vez de la que el autor lo hacía Primero contra Zelaya; después contra Mena, ahora contra Chamorro. Mucho teme el no poder llegar a la cuarta ocasión de ocurrir en defensa de las libertades públicas, pero quisiera porque el mal echará nuevas raíces. 





Dr. Hildebrando A. Castellón 
en el Hotel Lupone 
Después de terminada la guerra constitucionalista


jueves, 16 de junio de 2016

Napoleón III y el Canal por Nicaragua Por Dr. Hildebrando A. Castellón







 Napoleón III

 Dr. Hildebrando A. Castellón 
leyendo una ponencia sobre 
la gesta de RAfaela Herrera y la invasión de 
Horacio Nelson a Nicaragua en el Ateneo de 
México, en 1936, cuando era ministro de nicaragua 
ante el gobierno de ese país

Napoleón III y el Canal por Nicaragua
Por Dr. Hildebrando A. Castellón

Cuando los conquistadores españoles, luego de recorrer todas las costas de América se convencieron de que no había pasaje natural que pusiese en comunicación las aguas del Atlántico con las del Pacífico, se dieron a la búsqueda de un istmo o estrecho garganta de tierra que facilitara las comunicaciones entre ambos océanos. Los que invadieron a México señalaron el istmo de Tehuantepec; otros, indicaron el paso por Nicaragua, y más al sur, el de Panamá y la vía del Atrato.

Pero de modo fundamental y con abono de su gran prestigio científico, el Barón Alejandro de Humboldt estudió y clasificó los lugares naturales del continente americano para establecer la comunicación intemarítima que de modo urgente reclamaba el comercio y la cultura mundiales, desde principios del siglo XIX.  La vía de Nicaragua para hacer un canal que permitiera el paso de un océano al otro, fue codiciada por los ingleses durante varios Siglos y lucharon tenazmente a fin de apoderarse del río San Juan, del Gran Lago de Nicaragua y de las tierras adyacentes.

Los españoles, que también comprendieron la importancia de la empresa, concibieron la posibilidad de efectuarles y en 1781, comisionaron al Ingeniero don Manuel de Galisteo para hacer un estudio y emitir un dictamen, pero el Ingeniero español que hizo algunos trabajos en el lago de Nicaragua y en el río San Juan, declaró la obra impracticable, fundándose en el desnivel del lago sobre el Atlántico.

Después de la Independencia de Centro América, creció el interés mundial, sobre todo en los Estados Unidos y volvió al tapete la idea de hacer un canal por el territorio de Nicaragua, donde es sabido que existe un reservorio de aguas dulces y una vía fluvial con salida al Atlántico, quedando solamente por perforar una estrecha faja de tierra que borda al Pacífico.

Durante la presidencia en Centro América del General Morazán se proyectó la apertura de un canal con la base financiera de compañías europeas y bajo la protección entusiasta del Rey de Holanda, Su Majestad Guillermo I, pero esta combinación fracasó a causa de los sucesos políticos que segregaron a Bélgica de Holanda. Un poco más tarde el Ingeniero Inglés Mister Baily hizo estudios en la proyectada ruta y muy particularmente en el lago de Nicaragua y en el río San Juan.

A causa de las perturbaciones políticas y de los amagos internacionales en que se vió envuelta Nicaragua después de rota la Federación, su Gobierno se vió obligado a enviar una legación antes las Cortes de Inglaterra y Francia a cargo del Licenciado don Francisco Castellón.

            El señor Castellón aunque Fracasó ante la Corte de San James, logró mejor éxito en Francia donde fue recibido y pudo hacer la propagación de la idea del canal en la Prensa y en los círculos políticos. Uno de los hechos que a la sazón tuvo mayor resonancia europea, fue la visita que hiciera en el año de 1845 el Licenciado Castellón al Príncipe Luis Napoleón Bonaparte prisionero Político en el Castillo de Ham y quien más tarde se llamó Napoleón III. Con permiso del Gobierno de Luís Felipe de Orleáns fue a Ham el diplomático nicaragüense para conversar con Bonaparte, quien le reservó muy buena acogida, tanto por la simpática presencia como por sus maneras y la serenidad con que le trató diversas cuestiones.

Es asunto fundamental fue su proposición de colocarle a la cabeza de una vasta empresa que tuviese por objeto abrir el comercio del mundo el canal interoceánico por Nicaragua, cuyo éxito sería seguro una vez que su nombre apareciera como director supremo, pues tanto el mundo financiero como todos las demás colaboraciones juntarían el esfuerzo requerido para emprender y terminar la obra magna de cortar el Continente Americano y acortar la ruta comercial para el Oriente.

En una memorable carta que el Licenciado Castellón dirigió al príncipe Luis Napoleón[i] en la cual hace historia de conversaciones anteriores, puede decirse que está resumida la negociación que el diplomático nicaragüense propuso a Bonaparte, y en la cual mostraba la habilidad y el talento persuasivo del Representante de Nicaragua.

Como es bien sabido, el Príncipe Luis Napoleón logró escapar en 1846 del Castillo de Ham y se refugió en Inglaterra donde publicó un folleto muy interesante en que se refería al canal por Nicaragua y el cual llamó fuertemente la atención europea y especialmente del Gobierno inglés, cuyas disposiciones sobre nuestro territorio se hicieron sentir bien pronto, por lo agresivas.

El Proyecto Bonaparte para la canalización escogía la ruta del río San Juan, el lago de Nicaragua, el río Tipitapa, el lago de Managua y la parte del estrecho que termina en el puerto de El Realejo. Dicho canal se llamaría “Canal Napoleónico de Nicaragua” y su trazo fue levantado por famosos ingenieros y vulgarizado más tarde por el Ingeniero Thome de Gammond.

Esta obra gigantesca fue seriamente contemplada en aquel momento, pero su interés inicial fue desviado por los trabajos políticos que llevaron a Luis Napoleón, primero a la Presidencia de Francia y luego, al imperio.

En el entretanto el Ministro Castellón había firmado con la “Compañía belga de colonización” la cabeza de la cual figuraba el Conde Hompesh, un tratado relativo al mismo asunto el cual no fue aceptado por las Cámaras Legislativas de Nicaragua.

El Gobierno Americano, no veía con buenos ojos la injerencia de Compañías o Gobiernos europeos en la construcción del canal por Nicaragua, y muy pronto llegó a este País el Ministro George Squier que protegió y dio todo apoyo a una tentativa hecha por los financieros norteamericanos que encabezó Mr. Hise en la cual se reflejaba todo el interés despertado en EE.UU. por el oro, brotaba las entrañas de California.

Todos los proyectos de canalización en Nicaragua comprendían tres partes principales: la primera sobre el río San Juan a fin de adaptarlo técnicamente a la obra, la segunda, sería la fijación de la ruta por el Gran Lago, y la tercera la perforación del istmo comprendida entre dicho lago y la costa del pacífico.

El proyecto lanzado por el Príncipe Luis Napoleón y meditado entre los muros silenciosos del Castillo de Ham, tuvo como informantes al propio Licenciado Castellón y las publicaciones de los ingenieros Baily, Garella y Child; pero al correr del tiempo fue abandonado en la parte relativa al corte de tierra firme resultado más factible según la técnica moderna escoger como puerto de salida en el Pacífico al de Brito.

El canal por Nicaragua acorta considerablemente las distancias y hace una economía colosal en los transportes aun haciendo un examen comparativo con el ya efectuado de Panamá. Como defensa del Continente Americano los técnicos de la materia han declarado la necesidad imperiosa de su construcción siendo insuficiente la que proporciona la ruta ya construida en el Darién.

            La idea acariciada por Bonaparte está próxima a tener un principio de ejecución.




[i] Esta carta se encuentra en el folleto que publicara Luis Napoleón sobre el Canal por Nicaragua y que yo tradujera de una versión francesa, el original fue escrito en inglés, y que me  publicara el Boletín de Bibliografía  y Documentación del Banco Central.  Por ser pertinente la carta  al artículo de mi abuelo Dr. Hildebrando A. Castellón ya que la menciona, la copio la traducción  a continuación:


León de Nicaragua, 6 de diciembre de 1845

“Príncipe:

Con el mayor placer recibí la Carta de Vuestra Alteza, de fecha 12 de agosto, en que me expresáis los sentimientos de amistad y estima,  por los  que me siento muy honrado.  A lo anterior añadís vuestras ideas relativas al canal de Nicaragua, encaminadas de  la mejor manera para la prosperidad de Centro América.  Me anunciáis al mismo tiempo que estáis mucho más dispuesto a  viajar  a este país para avivar   con vuestra presencia y vuestro concurso la ejecución de esta magna  obra, que bastaría a la más noble ambición y que estáis presto a aceptar, sin otro designio que el de cumplir una tarea digna del gran  nombre que lleváis.  Antes de abordar esta materia  de tan  gran interés para mi patria, solicito a Vuestra Alteza el permiso de expresaros,  en retorno de las expresiones halagadoras  de  que os servís con respecto de mi poco mérito, que estos conceptos son  la mejor prueba de la magnanimidad y benevolencia de vuestro corazón.

Cuando estuve  en Francia, en calidad de Ministro Plenipotenciario, estaba deseoso, antes de dejar  Europa, de haceros una visita en  Ham.  Aspiraba al honor de veros, no solamente a causa de la popularidad que rodea vuestro nombre en el mundo, sino también   porque había podido juzgar por mí mismo, en vuestro país natal, del alta estima que se atribuye a vuestro carácter  y de la simpatía que inspiran vuestras desdichas.  

Admiré vuestra resignación y vuestro amor por esta Francia donde vivís prisionero; mas tuve una secreta satisfacción viendo vuestro espíritu exaltarse ante la evocación  del inmenso trabajo del cual mi país se preocupa, y que podría tan vivamente promover el progreso de la civilización.

Las disposiciones que vos me anunciasteis, y las notas adjuntas a vuestra carta, han excitado aquí el más vivo entusiasmo, con el cual se mezcla una profunda gratitud. 

Tengo la satisfacción de comunicar a Vuestra Alteza que mi gobierno, plenamente convencido de  que el verdadero medio de realizar el capital necesario para esta empresa es colocarla bajo el patrocinio de un nombre independiente, como el vuestro, por la fortuna y  la posición, y que atrayendo la confianza de dos mundos, aleja  de aquí  todo temor de dominación extranjera;  y que este gobierno,  observa, en Vuestra Alteza,  a  la única persona, que puede llenar estas diversas condiciones.  Educado en una República, Vuestra Alteza ha mostrado con  su noble conducta en Suiza en 1838, hasta donde un pueblo libre puede contar con vuestra abnegación, y nosotros estamos seguros de  que si vuestro tío, el gran Napoleón, se hizo inmortal por sus victorias, Vuestra Alteza puede adquirir entre nosotros una gloria igual por los trabajos de la paz,  que no hacen sino derramar lágrimas de reconocimiento.

Desde el día en que  poséis los pies sobre nuestra tierra, una nueva  era de prosperidad se iniciará  para sus habitantes.

Lo que pedimos a Vuestra Alteza que nos permita proponerle no es indigno de su alta consideración, ya que  antes de 1830, el Rey Guillermo de Holanda  había aceptado algo similar.  Si nosotros no le entregamos inmediatamente los poderes necesarios para las primeras negociaciones de estos inmensos trabajos, es debido a la ausencia actual de las cámaras legislativas, cuya intervención es necesaria para el examen de un tratado que firmé el año pasado con el conde de Hompesch, Presidente de la Compañía Belga de colonización.  Este tratado no habiendo sido tan  favorablemente acogido como yo lo había esperado, es probable que el gobierno sea autorizado a dirigirse a vos, pudiendo así satisfacer el clamor  nacional.   De la misma manera parece resuelto a enviarme cerca de vos con las instrucciones necesarias para  que tratemos ampliamente  esta cuestión.

Otra causa de retraso es la reciente conmoción popular en este país.  Pero como el número de descontentos es mínimo, y el gobierno tiene el apoyo de la opinión pública, pienso que esta revolución  está llegando  a su término, y que la próxima calma permitirá dar el más rápido impulso a nuestra magna empresa.

El gobierno está convencido de  que la construcción del canal,  al dar  trabajo a todos los brazos desocupados, será un nuevo medio de pacificación y de bienestar para este pueblo, desde hace tan  luengo tiempo cansado de los horrores de la guerra civil.

Tanto por la impaciencia de ver el inicio de una obra en la cual deseo emplear todas mis facultades, como por el deseo de ver a Vuestra Alteza arreglar los destinos de mi patria, aspiro al honor de  volveros a ver en Ham, aunque sólo fuere por pocas horas, conservando la esperanza de asistir a vuestra liberación, por la que no ceso de dirigir fervientes ruegos a Dios.

Hago propicia esta oportunidad para expresar a Vuestra Alteza etc.”

“FRANC. CASTELLON.”
  

miércoles, 15 de junio de 2016

DARÍO VISTO POR UN AMIGO POR HILDEBRANDO A. CASTELLON






Hacienda Saratoga, Catarina, a la orilla de la laguna de Apoyo,
Diciembre 7, de 1907,
De izquierda a derecha: Dr. Hildebrando A. Castellón, Rubén Darío y Alejandro Bermúdez


DARÍO VISTO POR UN AMIGO1


PERTENECE a la clase de desequilibrados superiores estudiados por Toulouse. Su obra literaria es una gigantesca FANFARE en que las voces graves rudas del helicón, se aparean a las melodiosas armonías de la flauta y las sibilantes entonaciones del oboe.

Darío es un aclimatado de la tierra de Hugo y Daudet, de Peladam y Verlaine.

Cazador infatigable de lo bello en lo ideal, nuestro poeta revela culminantes rasgos de un pueblo, de una raza, de una latitud.

Organismo superior, temperamento especial, es más un creador que un transformador de ese ideal de belleza  que hoy se muestra al mundo intelectual para ser admirado y mal imitado.

La  obra de Darío no está destinada a crear prosélitos o admiradores en las clases populares, porque él es el hombre de los cenáculos y sus jueces deben ser iniciados en el arte y rubricados en la aristocracia de las letras.

Representante genuino del dandismo literario, es el artista de las finas pinceladas, de los ricos y delicados coloridos y de las variantes más caprichosas.  La música de un Gounod o de un Cimarosa, como los cuadros del Correggio o las acuarelas de un Watteau, deben sumergirle en exquisita réverie.

Su producción literaria ha pasado en revista el vasto escalafón de la poesía castellana.  Todos los métodos y todas las escuelas modernas y aun antiguas denuncian su filiación en el maremágnum de esa erupción continua que forma su bagaje intelectual.

Su vida es una agitación perpetua con oscilaciones impulsivas que denuncian la perseverancia, y medrosos desfallecimientos que exhiben su timidez.  Es una novela de interesante drama.

Su naturaleza pasional, su carácter de indecisión y apocamiento moral, han creado alrededor de su vida una como atmósfera donde la tristeza, el dolor, las decepciones, las esperanzas desvanecidas, las emboscadas de la traición, la intranquilidad, la incertidumbre, formen el casco de ese globo dirigible que lleva por timonel la ilusión que es la rosada esperanza de algo mejor.

El secreto de sus triunfos literarios está más en la exageración de sus concepciones y en la música sui géneris de sus palabras, que en la trascendencia de sus ideas o la tenacidad de una lucha intensa por un ideal de belleza.  La biografía analítica de Rubén Darío sería su muerte, su condenación. Su obra hay que contemplarla de lejos como las Madonas de Rafael o la Gioconda de Vinci: su proximidad las desfigura.

Hay gentes que prefieren la literatura de las ideas a la literatura de las imágenes o de las palabras floridas; para esas no hará historia Rubén Darío; pero todos encontrarán en sus escritos, sensaciones vivas, observaciones picantes, emociones sinceras, que estoy seguro aceptarán con beneplácito para figurar en el interesante capítulo destinado al estudio intimo del espíritu y corazón humanos.

La filosofía del laureado bardo, es como su literatura: ningún sistema, ni escuela le monopoliza.  A veces se le observa lleno del más acabado misticismo cristiano, salmodiando con piadosa devoción la enseñanza bíblica, ora entona cantos panteísta ora aparece como escéptico o incrédulo.

Darío, cuando habla nos hace a veces el efecto de un viejo sibarita o mejor, de un venerable cura de aldea, apegado a las costumbres clásicas, con la untuosidad y BONHOMIE de la tradición, que exige se hable con voz baja, pausada, a veces entrecortada, sembrando de adjetivos y cuentos la conversación, y recordando así aquellas figuras de Balzac.  A veces parece distraído, y sucede con frecuencia, con gran sorpresa de sus íntimos, que pierde la memoria de los hechos que no han herido su cerebro o sacudido violentamente sus nervios.

Socialmente es un tímido. No pertenece a esos hombres de relumbrón de espíritu atrevido que hacen su fuerte de lo imprevisto, dilettantes de salón, caballeros de la pulcra forma, que exhibe en sociedad su desembarazo y habilidades como saltimbanquis en un circo.  Modesto, pero amanerado, revela sobre su semblante los reflejos de una nostalgia indecible.

Como ciertos espíritus cultivados y nacidos en el vaivén de la vida mundana; Darío es un “gourmet”.  Su paladar amaestrado distingue con singularidad los refinamientos del arte culinario y sus capacidades técnicas para el arreglo de un menú son proverbiales entre sus amistades.

Posee Darío, no solamente hábitos de refinamientos que se reclaman del Occidente y del Oriente, sino que como Bolívar, que vaciaba en pocas semanas más de treinta mil duros en las capitales de Europa, nuestro poeta suele a veces ser más que un generoso, un pródigo y la leyenda cuenta que una DEMI MONDAINE, cuyo nombre de guerra fue cantado por Víctor Hugo, Marion Delorme, le hizo disipar en ocho días, muchos millares de francos.

Rubén es el incomparable rizador de pensamientos, que ha sido aclamado por las huestes intelectuales de América, príncipe de la poesía castellana; la crítica, con escalpelo erizado y el tiempo con su noche de olvido, dirán mañana si esta exaltación fue usurpada, o si merece consagrarla, reservándole un palco de honor en la historia literaria de los siglos XIX y XX


Fígaro

DR. HILDEBRANDO A. CASTELLÓN
Guatemala 1915
(Graduado en París- La Sorbona- 1900)

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[1] El Dr. Hildebrando A. Castellón era el Vicepresidente del Comité de Recepción a Rubén Darío, de la Capital, Managua.  Y en ese carácter le tocó subir al vapor San José, en el puerto de Corinto,  por la mañana del 24 de noviembre de 1907 para darle la bienvenida a Nicaragua al gran Vate.  La anécdota es contada por el profesor Edelberto Torres, en su libro: La dramática vida de Rubén Darío, editorial Nueva Nicaragua, 1972, página 286, que a la letra dice: y cito: «Como encargado de la bienvenida, el Dr. Castellón se adelanta, abraza a Darío y le dice: «Querido poeta venimos en representación de la intelectualidad nicaragüense, a daros la bienvenida en el momento dichoso para vuestra patria en que volvéis a ella coronado de laureles.  Nicaragua se ha puesto de plácemes desde que se anunció vuestra llegada, porque sabe lo que sois para ella: Su hijo más ilustre, y que si le debéis la existencia, os debe vuestra gloria que es su blasón más preclaro».  Fin de cita.