El Monumento a San Jacinto en el Senado
por H.A. Castellón
La Noticia, Managua 11 de julio de 1934
Es muy sensible que la prensa capitalina se muestre mal informada de los debates parlamentarios, llegando algunas veces hasta el punto de tergiversar las opiniones emitidas con detrimento de la verdad y la seriedad con que se deben tratar los asuntos públicos.
En la discusión promovida en el Senado por iniciativa que llegó de la Cámara de Diputados, referente a vetar un crédito de 5000 córdobas para erigir un monumento a los héroes de San Jacinto ocurrió lo siguiente: La comisión de diputados compuesta por los señores Solórzano y Floripo, pidió que la iniciativa de que ellos eran portadores fuese tratada de urgencia con dispensa de todos los trámites.
Tan luego como fue puesta a discusión la propuesta de los señores diputados, yo pedí la palabra e hice mención para que el proyecto fuese tratado conforme el reglamento, es decir, enviándolo a comisión, y di como razones que era una fuerte erogación la que se pretendía hacer y que se debía estudiar. Si el hecho aislado que representa la llamada batalla de San Jacinto merece un monumento, cuales son los héroes de esa acción de armas y cuál la trascendencia como valor histórico y político; en total, que era preciso formar un proceso que sirviera de base a la erección del monumento con que se pretendía glorificar el patriotismo.
Aduje luego los motivos que me hacían pensar que ese monumento dedicado al combate de San Jacinto es muy exclusivo, muy pequeño y muy regional y que yo me explicaba bien ese monumento en Tipitapa, pero que al levantarlo en la capital de la República no cabía esa estrechez de miras sino que debía ser dedicado a la memoria de los héroes de la Campaña Nacional, a todos los Nicaragüenses que ofrendaron su vida y gastaron esfuerzo y actividad para salvar la independencia y libertad de la Nación.
Demostré a continuación que el héroe auténtico de la Campaña Nacional era Emanuel Mongalo, de Rivas, el joven inteligente ilustrado y consciente que se ofreció en medio de una certera granizada de balas para desalojar a William Walker y los suyos de la casa en que se había guarecido y desde la cual diezmaba a nuestros soldados. Dije que el encuentro del 29 de junio en Rivas representaba el esfuerzo primo del alma nicaragüense contra el invasor filibustero, contra Walker en persona que a la cabeza de sus veteranos de Sonora pretendía someternos y que el mérito de la acción estaba en haber derrotado al hombre inteligente y audaz que capitaneaba, capturando en el botín de guerra la espada y documentos que portaba dicho jefe. Este combate demostró que el bucanero no era invencible y que el patriotismo obra milagros en la exaltación de sus héroes.
En San Jacinto hubo un combate el 14 de septiembre de 56 en el cual fue derrotado el periodista Byron Cole, que dirigía a la cabeza de 120 hombres contra 164 que comandaba José D. Estrada, estando estos parapetados tras los corrales de piedra. Este combate no revistió caracteres de heroicidad, pero sí de fortaleza de ánimo, de voluntad firme y por eso con el auxilio de una yeguada en tropel y de algunas piedras bien dirigidas se triunfó.
Dije enfáticamente en la Cámara: Yo no me opongo a que se glorifique la acción de armas de San Jacinto, en cuyo triunfo encontraron los aliados centroamericanos un estímulo y la confirmación de que los invasores yankees no resistían los empujes del patriotismo cuando eran bien dirigidos; yo no voy a regatear a José Dolores Estrada de haber vencido, de haber cumplido con su deber; pero creo que debemos hacer justicia y reparar un olvido histórico, otorgando el primer puesto entre los héroes de la Campaña Nacional a Emanuel Mongalo que con la tea en la mano, llevada como la antorcha de la libertad, prendió el fuego a la casa de Espinosa, último baluarte del intrépido filibustero.
Abramos las puertas a las rectificaciones históricas y no se crea que con repetir un error por cien años lo hemos de convertir en verdad. José Dolores Estrada es un soldado glorioso pero no es el héroe máximo de la Segunda Independencia de Nicaragua. Juntemos en un monumento dedicado a los héroes de la Campaña Nacional, el nombre de nuestros grandes paladines: Mongalo y Estrada, Jerez y Martínez, Fernando Chamorro y otros, pero no hagamos una estafa al patriotismo excelso y a la historia.
San Jacinto fue un episodio, el 29 de Junio en Rivas otro, y Santa Rosa y el 11 de Abril y el 12 de Octubre y el 15 de Noviembre son acciones gloriosas que recuerdan el esfuerzo colectivo en trance de fraternidad.
Que ese monumento en proyecto no recuerde solamente el incidente entre Estrada y Byron Cole, pidamos al Distrito Nacional que amplíe, que se haga cargo del esfuerzo nacional y Centroamericano y que en lugar de recordar solamente las glorias de San Jacinto, proclame el recuerdo para los héroes de la Campaña Nacional. Eso sería hacer obra de patriotismo y de centroamericanismo. Que no se diga que esta Asamblea de hombres provectos y reposados es incapaz de imprimir seriedad y justicia a los impulsos patrióticos de la juventud…
Durante los debates en el Senado se emitieron razones en pro y en contra, habiendo tenido que hacer algunas rectificaciones y explicaciones para establecer los hechos y una vez terminada la discusión se pronunció la asamblea porque la iniciativa fuese enviada a Comisión a fin de oír el dictamen respectivo. Esta es la verdad, tal como se desprende de aquellos debates.
En algunos periódicos al dar la crónica se me hace decir lo que no he dicho y se me hace afirmar cosas contrarias a la historia. Yo reclamo a los reporteros un poco más de atención o de buena fe.
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sábado, 11 de junio de 2016
El Monumento a San Jacinto en el Senado por H.A. Castellón
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